domingo, 19 de julio de 2009

20ç46




Tardé en comprender lo que mis ojos veían: su cabello castaño, largo y perfumado como un campito recién refresco, sus manos me entregaban la suma de todos los días, -Sí por favor cincuenta en monedas de uno y cincuenta de cincuenta, de veinte, de diez y de cinco. Su peluquería estaba cruzando la calle esquina a Goya, hoy cuando entro al banco aun no se había cambiado, así que por la hora supe que llegaba con apremio. Yo como todos los días la atendía con sumo gusto, y deseaba con todas mis fuerzas que cuando la viera salir a eso de las diez treinta a desayunar, una vez que estaban sus empleadas, no hubiera mucha gente en la ventanilla, con un poco de suerte podría salir a tomar un café y un cruasán , con un poco de suerte habría un hueco en la barra junto a ella, con un poco de suerte vencería mi timidez y además de darle los buenos días entablaría una conversación para estar un ratito junto a ella. Con un poco de suerte ella no leería la prensa y no se enfrascaría con Mayte, la camarera, - Cuando vas a venir tienes las puntas quemadas. Con un poco de suerte tal vez ella se jaztaría de mi existencia. Con un poco de suerte.

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Puente de Toledo (Madrid) año Mari-Castaño
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