viernes, 1 de enero de 2010

20ç19



El culo de una mujer no es una cesta de frutas, aunque me temo que se asemeja mucho. No es un resplandeciente amanecer cuando el sol acaricia la piel de La Tierra. Tampoco es un barco de trasmallo chorreando sardinas en sus bodegas. Ni siquiera La Pagoda de Fisac, demolida a buen recaudo por los munícipes del Ayuntamiento pero alojada en mi memoria como el primer beso que te di. No imagino el mundo sin las reposaderas de una mujer.
El culo de una mujer, de una buena mujer, se acrecienta en las subidas y en las bajadas hace honor a su delicadeza. Se aligeran los cachetes y uno va para allá mientras que el otro viene hacia acá. Cosa más linda y sensual, jamás vi. Nos podemos fijar en sus muslos y en sus pechos, en sus redondeces de vientre y de hombros, de sus codos, y qué decir de sus rodillas, autentica vanidad de la Señora Naturaleza, sin embargo mis ojos, estos ojos que mi bendita vieja me dio, con sus lentes y todo, no pueden evitar el inquirir en los detalles de este buen culo.
Cuando anda es como si el fulgor de un tsunami barriera la calle, pero¿¿ qué decir cuando se sienta en un banco del parque?, bajando tenuamente sus medidas hacia la madera del asiento, ¡quien fuera banco!. Colocase convenientemente la falda con las piernas cruzadas, queda el buen culo en reposo de las miradas, aunque soporte todo el peso de tan bella figura.
Hay todo un álbum de finas costuras apreciables por debajo de la fada (nótese que el pantalón , ni siquiera lo menciono), según sea o acostumbre la buena mujer de utilizar su ropa intima, con autenticas calzas de las de antes, con bragas más llevaderas, de las de algodón, un poco más livianas tal vez, siendo perfectamente distinguible sus gustos, o como se acostumbra en esta parte del tiempo, los diminutos tangas que son perfectamente ¿transportables¿ con una pieza en el bolsillo del vaquero a modo de recambio por lo que pudiera pasar. Personalmente no tengo una opinión forjada en cuanto a esto último de los tangas. Tengo serias dudas de si son atractivas o sensuales, según la mujer, además de su edad, también su volumen. A decir verdad estoy perfectamente identificado con las ropas íntimas de las de antes de esta moda.

El culo en movimiento nos indica a modo de conocerla, si es más femenina o más masculina, si esta descompensado con su cuerpo, o si es demasiado pequeño a modo de breva o tal vez demasiado grande a modo de campo de futbol. Sugiero mejor el mediano, donde poder agarrarse previendo la supervivencia. Donde poder darle crema de ¿Denenes¿, o ponerle una inyección llegado el caso. Esta última acción además de cariñoso puede ser humorístico después de darle un par de cachecitos para engañarla antes de clavarle la aguja. Después un buen beso en sus sonrosadas mejillas es como que te libera de semejante tortura.
Que haría yo por un buen culo!, mejor en movimiento, apresurada o mirando escaparates. Me quedo como un reloj.

Gracias a la vida que me ha dado tanto!.

No hay comentarios:


Puente de Toledo (Madrid) año Mari-Castaño
Powered By Blogger