Tu negro coño y fresco,
cálido como la luz de la luna,
La Luna de Agosto,
entre racimos y lianas
como tus ojos lluviosos,
ayer sumiso y dolorido
hoy, abierto y libre,
sonríe, vive, se muestra hermoso,
gime en un sin fin de placeres ayer desconocidos,
hoy irreductible a convencionalismos de tacañería pacata,
Tu fresco, y nuevo y joven, negro coño
me envuelve en un manjar de brumas cálidas,
como tus manos de fuego y de salud mágica
como tu boca, verdadera fuente de vida
me henchida el alma, me marea y me torea
y me lleva a donde ella dice: ¿allá? allí, ¿acá?, aquí.
Tu. Mujer, de perfume tierra, de historia amarga,
me llevas al puerto o la montaña cara a través,
o al desfiladero de cobre y oro entre abrazos de plata.
Coño dulce y negro, coño flexible y malva,
entre corrientes de marea baja.
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